GUERRA CARLISTA

 

En el siglo XIX se produjeron varias insurrecciones de los carlistas contra los sucesivos gobiernos liberales, denominadas en aquella época guerras civiles. Al producirse una nueva insurrección en 1936, que llevó a una guerra más destructiva, se hizo habitual designar como «guerras carlistas» a las del siglo XIX, y reservar el término «Guerra Civil» para la de 1936–1939.

Primera guerra carlista (1833-1840)

Fue la más violenta y dramática, con casi 200.000 muertos. Los primeros levantamientos en apoyo de Carlos María de Isidro, proclamado rey por sus seguidores con el nombre de Carlos V, ocurrieron a los pocos días de la muerte de Fernando VII, pero fueron sofocados con facilidad en todas partes salvo en el País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña y la Región Valenciana. Se trataba sobre todo de una guerra civil, sin embargo tuvo su impacto en el exterior: los países absolutistas (Imperio austríaco, Imperio ruso y Prusia) y el Papado apoyaban aparentemente a los carlistas, mientras que el Reino Unido, Francia y Portugal apoyaban a Isabel II, lo que se tradujo en la firma del Tratado de la Cuádruple Alianza en 1834. Ambos bandos contaron con grandes generales (Zumalacárregui y Ramón Cabrera en el bando carlista, y Espartero en el bando isabelino, lo que se tradujo en un conflicto arduo y prolongado). Pero el agotamiento carlista llevó a que una parte de ellos, los Moderados dirigidos por el general Rafael Maroto se dividieran y buscasen un acuerdo con el enemigo. Las negociaciones entre Maroto y Espartero culminaron en el Abrazo de Vergara en 1839 que marcaba el fin de la guerra en el norte del país. Sin embargo, Cabrera resistió en el Levante casi un año más.


Segunda guerra carlista (1846–1849)

Caricatura del carlismo de La Flaca, con personajes e ideales: «Dios, Patria y Rey». No fue tan dramática como la primera y tuvo un impacto mucho menor. El conflicto se prolongó de forma discontinua entre 1849 y 1860. Su principal campo de batalla fueron las zonas rurales de Cataluña, aunque hubo algunos episodios en Aragón, Navarra y Guipúzcoa. En 1845 el Infante don Carlos había abdicado en favor de su hijo Carlos Luis de Borbón, conde de Montemolín, que toma el nombre de Carlos VI, como pretendiente a la corona. Al mando del general Cabrera, la contienda se caracteriza por acciones guerrilleras que no consiguen resultado, haciendo que Cabrera tenga que cruzar la frontera, si bien algunos focos resistieron hasta 1860 en acciones más propias del bandolerismo.


Tercera guerra carlista (1872–1876)

La tercera guerra carlista se inició con el levantamiento armado de los partidarios de Carlos VII contra la monarquía liberal de Amadeo I y después contra el gobierno de la Primera República y de Alfonso XII, hijo de Isabel II, proclamado rey por el general Martínez Campos en Sagunto. Los principales escenarios de conflicto de esta guerra fueron las zonas rurales de las Vascongadas, Navarra y Cataluña, y con menor repercusión en zonas como Aragón, Valencia y Castilla. Este nuevo conflicto fue uno de los factores que desestabilizaron la monarquía constitucional de Amadeo I y la primera República. Durante el tiempo que duró esta guerra, los carlistas controlaron algunas zonas de España, especialmente lo que llamaban «el Norte» (que se correspondía a las Provincias Vascongadas y Navarra) y algunas zonas de Aragón y Cataluña. Para la administración de este territorio, se emitían boletines oficiales, se llegó a acuñar moneda y se promulgó un código penal, que entre otras cosas castigaba con la pena de muerte la tentativa para destruir la independencia o integridad del Estado español. La contienda finalizó en 1876 con la conquista de Estella (corte de Don Carlos) y la huida a Francia del pretendiente. Hubo algunos intentos posteriores de sublevación, aprovechando el descontento por la pérdida de las posesiones ultramarinas en 1898, pero no tuvieron éxito.

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